4. El verdadero adelanto del hombre consiste en la abnegación de sí mismo y sólo el que reniega de sí es plenamente libre y sereno.
Pero el enemigo antiguo, el que se opone a todos los buenos, no abandona su obra de tentar continuamente, sino que día y noche, pone sus múltiples trampas para hacer caer, si puede, en el lazo del engaño al que anda desprevenido. Velad y orad, dice el Señor, para que no caigás en tentación (Mt. 26, 41).
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.