2. No te enaltezcas por las riquezas, si las tienes, ni por las amistades, aunque sea influyentes; tu gloria sea Dios que da todas las cosas y sobre todas ellas quiere darse a sí mismo.

No te ensoberbezcas por la gallardía y la hermosura del cuerpo que pueden perderse o afearse por una pequeña enfermedad.

No te engrías por tu habilidad o talento para no desagradar a Dios al cual pertenece todo lo que de bueno te dio la naturaleza.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.