6. Buscaban los judíos la gloria que se daban recíprocamente; yo me preocuparé solo de aquella que proviene de Dios. Porque todo renombre humano, todo honor temporal, toda grandeza humana, comparados con tu gloria eterna, son vanidad y locura.
¡Oh Dios mío, verdad y misericordia mía, Trinidad bienaventurada, a ti sola pertenecen la alabanza, el honor, la virtud y la gloria por los siglos de los siglos!
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.