3. Todas las cosas que tengo y con las cuales te sirvo son tuyas. Pero, en realidad, sucede que tú sirves más a mí que yo a ti.
El cielo y la tierra que tú creaste para el servicio del hombre están prontos a obedecerte y hacen todos los días lo que les mandas. Mas esto es poco todavía, y creaste los ángeles para que ayudaran al hombre.
Pero, lo que más supera todo lo anterior es que tú mismo te dignaste servir al hombre y le prometiste entregarte a ti mismo.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.