11. Ten siempre presente el fin de la vida y que el tiempo perdido no volverá jamás.
Sin esfuerzo y sin actividad nunca alcanzarás las virtudes. Si comienzas a ser tibio, también comenzarás a enfermarte espiritualmente. Si, en vez, te entregas al fervor, encontrarás una profunda paz y sentirás por gracia de Dios y amor a la virtud, más liviana la fatiga. El hombre entusiasta y diligente está dispuesto a todo. Luchas contra las pasiones y las malas inclinaciones es una tarea más pesada que transpirar en las faenas corporales. Y el que no evita las faltas pequeñas, poco a poco resbalará hasta caer en las grandes.
Siempre estarás contento por la noche si habrás empleado útilmente el día. Vigílate, sacúdete, amonéstate y, cualquier cosa que hagan los demás, no te descuides. Tu adelanto espiritual será proporcionado a la violencia que habrás hecho a tu persona. Amén.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.