2. Sin embargo, casi siempre todo lo anterior es ilusorio e inútil, porque este gozo exterior es muy perjudicial al interior y divino.
Por eso hay que velar y orar para no gastar el tiempo inútilmente. Si se puede o se debe hablar, conviene decir cosas edificantes. Las malas costumbres y la negligencia en el progreso espiritual contribuyen mucho a no refrenar nuestra lengua.
La devota conversación de temas espirituales favorecen sobremanera el adelanto del alma, tanto más cuando los que se une en nombre de Dios son personas animadas de un solo propósito y de un mismo espíritu.
Mira también: Capítulo 10|Abstenerse de las conversaciones inútiles
Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.