4. Señor, estas pocas palabras tuyas contienen una doctrina de mucha perfección. Son breves en decirse pero ricas en significado y frutos abundantes. Si yo las pudiera guardar fielmente, la turbación no entraría en mí tan fácilmente. Porque todas las veces que me siento inquieto y apesumbrado, reconozco que fue por haberme apartado de esta doctrina. Pero tú, que todo lo puedes y siempre deseas el progreso del alma, otórgame gracias más abundantes para que pueda cumplir tu enseñanza y hacer lo que conviene para mi salvación.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.