Y ¿Cómo no estar triste en aquella partida que me separaba, tal vez para siempre, de tantos objetos que con preferencia amaba mi corazón”. [1]

El presente escrito tiene por finalidad construir una reflexión breve de la vida del Excelentísimo Monseñor Manuel Canuto Restrepo. Para el propósito será significativo hacer notar la actividad de este hombre ilustre que más tarde sería considerado entre los grandes obispos Colombianos. El escrito se esforzará por describir a Monseñor Restrepo en una concepción dinámica del conocimiento, en la que su vida será marcada por una cronología para presentar un relato en base a algunos acontecimientos que lo han llevado hacer recordado entre las academias de historia por su vida eclesial y patriótica.

Manuel Canuto Restrepo Villegas nació en Abejorral, Antioquia, el 19 de enero de 1825, en el hogar de Don José Antonio Restrepo Uribe y Doña Paula Villegas Restrepo, una familia humilde y abnegada en la cual pasó sus primeros años. El Pbro. Manuel Canuto era nieto del Maestro José Antonio Villegas, fundador de Abejorral.

Realizó sus estudios inicialmente en el Seminario San Fernando en Santa Fe de Antioquia, y posteriormente viajó a Bogotá al Seminario San Bartolomé, donde finalizó su formación eclesiástica. Tras ser ordenado sacerdote en 1849, solicitó a Monseñor Juan Manuel Mosquera permiso para regresar a Abejorral, donde se encontraban sus padres envejecidos y enfermos. Monseñor Mosquera le concedió dicho permiso, y así comenzó su ministerio sacerdotal como cura de Aguadas de 1850 a 1851. Posteriormente, en ese último año, fue nombrado coadjutor de Abejorral, y en 1852 asumió como cura de Sonsón, aunque su permanencia en esta localidad fue breve.

En 1854, asistió a Bogotá a la Cámara de Representantes y luego lo hizo también en la ciudad de Ibagué. En 1855 tomó parte de la Asamblea Constituyente de Antioquia. En 1856 fundó, junto con el entonces Presbítero Joaquín Guillermo González, un periódico llamado “La Unión Católica”. Ese mismo año fue nombrado cura de Salamina, cargo que ocupó hasta 1862. Debido a la persecución emprendida contra el clero por parte del General Mosquera, decidió regresar a Abejorral.

Sobresale una carta en la que el sacerdote Manuel Canuto Restrepo reclama al presidente Tomás Cipriano de Mosquera por la promulgación de la ley de tuición y por la persecución que, en su opinión, ha realizado contra el catolicismo en Colombia.

“En mi calidad de sacerdote católico y a virtud de la potestad legítima que he recibido de Dios y de la Iglesia para defender la religión y enseñarla a los pueblos, protesto a su nombre y el del Clero contra todos los insultos, injurias y ataques irrogados, a la santa religión católica, romana y a su augusto Pontífice, de palabra y por escrito, en las constituciones y en las leyes; y declaro que la nación granadina no quiere ni acepta religiones presidenciales, que solo quiere, acepta y profesa una, la religión de los sucesores legítimos de San Pedro”. [2]

Tras la muerte de sus padres, realizó su primer viaje a Roma el 8 de agosto de 1864. En este contexto, escribió una carta a su hermano José de la Cruz Restrepo con fecha del 10 de diciembre de 1866, en donde expresa: “Mucho me ha hablado usted de mitras que me ponen los prójimos de por allá; y es necesario que por fin hable yo para evitar las charlas. Jamás he pensado en dignidades eclesiásticas; pues para oponerme a un curato fueron necesarios, los empeños de un pueblo entero y del mismo prelado, esto es un hecho público en Antioquia. Más ¡qué saqué de esto! El pago del mundo y la pérdida de mi salud. Y si esto sucede con un curato, ¿Qué será de un obispado en los tiempos que atravesamos?”. [3]

Este fragmento de la epístola demuestra el interés del padre Restrepo por no sobresalir o tener grandes cargos en la jerarquía eclesiástica y expresa su preocupación por la persecución a los clérigos, y su propia salud.

Como fruto de su viaje, escribió el libro “Viaje a Roma y Jerusalén”, publicado en 1871 en París, en la imprenta de Paul Dupont Compañía.

“Con esta publicación no busco ni fama ni dinero, y al hacerla me propongo tan solo cumplir las dos primeras obras de misericordia, enseñando alguna cosa buena a los que no la sepan, y haciendo reflexiones cristianas a los que puedan necesitarlas. Es un pobre tributo que el reconocimiento y el amor de mi corazón dedican a Dios por sus beneficios, especialmente por haberme protegido en mi peregrinación a la tierra santa”. [4]

A pocos días de su regreso, el Pbro. Valerio Antonio Jiménez, quien había sido preconizado Obispo de Medellín y Antioquia, llevó al Pbro. Restrepo para que lo acompañara en su consagración episcopal, la cual tuvo lugar el 29 de julio de 1868, estando a cargo del sermón que lo llevó a tener fama como orador sagrado. “Ahí tenéis un obispo, un compatriota, un amigo, un hermano, un padre, un pastor”. [5]  En 1868, el Pbro. Manuel Canuto Restrepo fue nombrado párroco de La Ceja por unos pocos meses.

Así mismo, Monseñor Valerio Antonio Jiménez, en el mismo año de 1868, lo nombró como su procurador para que lo representara en el Concilio Vaticano I que se reuniría en Roma.  

Un Concilio Ecuménico es la reunión del Papa con los obispos de todo el mundo, y se deduce que Monseñor Valerio, debido a su edad y salud, lo designó con los mismos derechos que a él, al padre Restrepo. Fue la primera vez que obispos de América participaban en un Concilio Ecuménico. Así, el Papa Pío IX le demostró su admiración y lo nombró Obispo de Pasto. Fue consagrado por el Cardenal Lázaro Barili el 7 de agosto de 1870, en la Iglesia de Jesús. En dicha ceremonia estuvieron presentes grandes prelados de la Iglesia, entre los cuales estaba quien más tarde sería el Papa León XIII. De esta manera, Monseñor Manuel Canuto Restrepo Villegas se convirtió en el primer obispo colombiano consagrado en la Ciudad Eterna de Roma. A los 45 años de edad, fue consagrado Obispo con la responsabilidad de guiar la Diócesis de Pasto.

Cabe mencionar la carta enviada a su hermano José María Villegas Restrepo:

“El martes 28 de diciembre de 1869, a las 8 de la noche, supe en Roma la vacante de Pasto; y el domingo 2 de enero, me fue comunicada privadamente, la voluntad del Santo Padre de que yo fuera obispo de Pasto. El viernes 14, de nuevo, tuve audiencia con el Papa, y fue necesario someterme. El domingo 13 de marzo de 1870 entré en ejercicios espirituales en San Eusebio; y el domingo 20, por la tarde, salí; para el lunes 21, día en que comienza la primavera, recibir, como recibí, la investidura del roquete de manos del Santo Padre, sentado en su trono, en medio de su corte inmediatamente después de haber sido preconizado en el consistorio de aquel día. El domingo 3 de abril, domingo de Pasión, fui consagrado en la Iglesia de Jesús por el Cardenal Barili y por los Arzobispos… y más obispos de asistencia y con la concurrencia de muchos fieles y de familias muy distinguidas. El lunes, tomé asiento en el Concilio Vaticano y tuve la fortuna de dar mi voto a todos los decretos que se publicaron por tan famoso Concilio hasta el último en que se definió la inefabilidad del Papa. Firmada: Manuel Canuto, obispo de Pasto.”[6]

El Concilio Vaticano I, interrumpió sus secciones a causa de la guerra franco-prusiana, y por este motivo, el primer obispo abejorraleño regresa a su querida tierra natal, trayendo consigo el regalo que le dio su S.S. Pío IX, un hermoso cáliz que regaló a la Parroquia Nuestra Señora del Carmen en donde fue bautizado Monseñor Manuel Canuto, y dicha partida se encuentra en los libros de despacho parroquial donde sobresale una nota de color rojo la cual dice: “OBISPO DE PASTO”.

Monseñor Restrepo Villegas, toma posesión de la Diócesis de Pasto el 5 de marzo de 1872, trabajando por el pueblo que se le había encomendado, entre la que se destaca la organización del seminario. Trabajando para la conservación de la Santa fe, la moral, y las buenas costumbres en dicho territorio.

En el año de 1877, es enviado al exilio por el presidente del Estado del Cauca, César Conto, por Decreto N° 238, ordenó el exilio del Ilustrísimo Restrepo. También es exiliado por la ley 37 del Congreso de los Estados Unidos de Colombia:

“Considerando: Que los señores Carlos Bermúdez, Manuel Canuto Restrepo, Joaquín Guillermo Gonzáles i José Ignacio Montoya; Obispos de Popayán, Pasto, Antioquia i Medellín, figuran en el número de los promotores principales de la rebelión que tan graves males ha causado i está causando a la República,

DECRETA: Artículo 1.° Prohíbase a perpetuidad a los señores Cárlos Bermúdez, Manuel Canuto Restrepo; Joaquín Guillermo González i José Ignacio Montoya, Obispos respectivamente, de Popayán, Pasto, Antioquia i Medellín, el ejercicio de funciones de prelado u ordinario eclesiástico en el territorio de los Estados Unidos de Colombia. Artículo 2.° Extráñese del territorio de la República a los individuos mencionados en esta ley, por el término de diez años.

Dada en Bogotá, a diez de mayo de mil ochocientos setenta y siete”. [7]

El Papa León XIII, le dirigió un mensaje a Monseñor Manuel Canuto en su destierro, el 12 de agosto de 1878, del cuál  tomamos una pequeña parte que fue publicado en el periódico “La Caridad”, de Bogotá  en 1878: “El mismo destierro que está sufriendo venerable hermano, prueba y muestra claramente que en realidad eres muy adicto y fiel a la santa cátedra de Pedro, porque si hubieras combatido con menos firmeza, por defender los sagrados derechos y las santas leyes de la iglesia no estarías hoy perseguido y arrojado de tu silla. Y este destierro hace que tus oficios y tus obras se presenten a nuestros ojos no solamente gratos, sino que muy ilustres y dignos de alabanza”.

Después de un tiempo Monseñor Restrepo regresó nuevamente a su Diócesis en Pasto, pero ya enfermo, el Ilustre presenta su renuncia a la Santa Sede de dejar la Diócesis de Pasto. Aceptada su renuncia, regresa nuevamente El nobilísimo Atleta de Cristo, agobiado por las tristezas, se dirigió a Abejorral, en busca de descanso y tranquilidad merecidos por las fatigas”. [8]

Al estar una temporada en Abejorral se retiró a Bogotá, viviendo pobre y humildemente en la localidad de Chapinero. Considerando que para sus dolencias físicas el clima de la sabana no le era de provecho, se fue a vivir a Guaduas en donde murió el 23 de octubre de 1891.

Su partida de defunción se encuentra en el libro 9, del folio 66 en el número 316, que a la letra dice lo siguiente: “En Guaduas a veinticuatro de octubre de mil ochocientos noventa y uno, fue sepultado, el cadáver del Ilmo. Sr. Dr. Dn. Manuel Canuto Restrepo, obispo que fue de la Diócesis de Pasto. Era natural de la Parroquia de Abejorral, departamento de Antioquia, y se entregó su alma a Dios en la comunión de Nuestra Santa Madre Iglesia Católica, a la edad de sesenta y cinco años. Recibió los Santos Sacramentos de la confesión, Sagrada Comunión y extremaunción y su muerte fue profundamente cristiana y edificante. Párroco Félix Álvarez N”.

Años más tarde, sus despojos mortales fueron llevados y colocados en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, y en 1924, por voluntad de la asamblea de Antioquia serían trasladados a un bello mausoleo de mármol en el interior del templo Parroquial de Nuestra Señora del Carmen en Abejorral. Que dice:

A LA MEMORIA VENERABLE DEL LLSMO. SR. DR. MANUEL CANUTO RESTREPO OBISPO DE LA DIÓCESIS DE PASTO. HIJO PRECLARO DE ABEJORRAL Y ABNEGADO SERVIDOR DE LA PATRIA. LA ASAMBLEA DE ANTIOQUIA – 1924”.

Por: Sergio Correa González


[1] Palabras escritas por el  sacerdote Manuel Canuto Restrepo antes de emprender su viaje a Roma y Jerusalén.

[2] Carta del Pbro. Manuel Canuto Restrepo, Tomas Cipriano de Mosquera con fecha del 1 de abril de 1864.p.23

[3] Ramírez, P. P. (1923)  Abejorral en el centenario del Ilustrísimo Señor Doctor Manuel Canuto Restrepo. P.8

[4] Restrepo C.M., (1871) “Viaje a Roma y Jerusalén”  imprenta: Pual Dupont Compa. P. 617

[5]  Piedrahita J.(1991) “Valerio Antonio Jiménez Hoyos, primer Obispo de Medellín, en el centenario de su muerte”.p. 41.

[6] Ramírez, P. P. (1923)  Abejorral en el centenario del Ilustrísimo Señor Doctor Manuel Canuto Restrepo. P.10

[7] DIARIO OFICIAL. AÑO XIII. N. 3937, 15, MAYO 1877, PÁG. 1.

[8] Duque G. (1957) Apuntes para la Historia del clero de Caldas. Editorial: Bedout. P.217