4. Si se considera de donde parte este amor, ¡cuán grande aparece tu condescendencia y cuán profundas acciones de gracias y alabanzas se te deben por estos misterios!
¡Qué útil para nuestra salvación fue tu designio de instituir este sacramento! ¡Cuán suave y cuán agradable es este banquete en el cual te das a ti mismo en alimento! Señor, ¡qué maravillosa es tu acción, que poderosa tu fuerza, que inefable tu verdad!
Hablaste y las cosas fueron creadas (Sal. 148, 5), y también fue instituido este sacramento como tú lo mandaste.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.