7. Por lo tanto, sométete con humildad bajo la mano de todos, sin mirar quien es el que habla o el que manda. Preocúpate solamente de aceptar como muy oportuno y cuidando de cumplir con firme voluntad todo lo que pueda pedir o disponer el superior, o uno más joven que tú o uno de igual edad que la tuya.
Aunque unos busquen una cosa y otros otra, y que éste se gloríe de esto y aquél de aquello, y que por eso reciban mil alabanzas, tú no debes alegrarte ni de esto ni de aquello sino gozar en el desprecio de ti mismo y en el solo cumplimiento de mi voluntad y en mi gloria.
Es esto lo que debes anhelar: que Dios, por la vida y por la muerte (Flp. 1, 20), sea siempre glorificado en ti.
Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.