Próximamente, aquí en mi patria y en plena pandemia, una reforma tributaria para ajustar la caja de la corrupción en todos los órdenes y niveles, y aplastar más aún la clase media.
Y para disimular y/o enmascarar un poco algunas ayudas a unos cuantos; así se hable de cientos de beneficiados con los programas sociales del Gobierno.
Ya veremos su aprobación en el Congreso Nacional, un fin de semana, puente festivo o en medio de algo que disperse o entretenga a los colombianos, y luego, a lo largo y ancho de la patria, de ciudad en ciudad, pueblo a pueblo, corregimiento o vereda, a los próximos senadores y/o representantes, presentándose como los salvadores y redentores del pueblo, con sus sedes, discursos, dádivas, refrigerios, rifas, promesas y demás artimañas para engañar, embaucar y ganarse la voluntad de un pueblo anestesiado, inconsciente, que no advierte su visión de futuro y es insensible a sus reales intereses, necesidades y expectativas, en relación con su desarrollo sostenible, conservación y protección del medio ambiente, seguridad, educación, salud, vivienda, empleo… en el marco de políticas de equidad, trasparencia, honestidad, responsabilidad social y manos limpias, ajenas a las ventajas, sobrecostos y demás rebuscadas formas de enriquecimiento ilícito, permisividad y omisión frente a lo incorrecto y dañino al bienestar integral, la paz y la convivencia ciudadana.
«… por sus hechos los conoceréis».
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Por: Carlos Alberto Ríos Jiménez