6. Pero, hijo, reflexiona en la pronta terminación de estos trabajos, en el fruto que ellos producen y en la enorme recompensa y no experimentarás aflicción sino una gran alegría por tu paciencia.
Por un poco de voluntad personal que ahora renuncies con generosidad, gozarás la plenitud de tu voluntad en los cielos. Allí encontrarás todo lo que quieras y todo lo que puedas desear. Allí tendrás la facultad de gozar del bien total, sin peligro de perderlo.
Allí tu voluntad, que será una sola con la mía, no aceptará ninguna cosa extraña ni personal. Allí nadie te hará oposición, nadie se quejará de ti, nada te estorbará y nadie será un obstáculo en tu camino, sino que cuando aspires lo disfrutarás en su totalidad y serán cumplidos todos tus anhelos y saciados hasta en sus mínimos detalles.
Allí concederé gloria por la afrenta sufrida, un traje de honor por la aflicción sobrellevada y un trono en el reino eterno por el último lugar elegido sobre la tierra.
Allí se verá el fruto de la obediencia, tendrá jubilo el trabajo de la docilidad y será gloriosamente coronada la dúctil sumisión.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.