3. No sirve por lo tanto, la posesión de cosas exteriores, sino saberlas despreciar y desarraigar de nuestro corazón. Todo lo anterior no lo debes entender sólo en relación a las riquezas y las propiedades, sino también con respecto a la ambición de los honores y al deseo de vanas alabanzas, cosas todas que terminan juntamente con el mundo.
Poco protegerá el lugar si te falta el favor de espíritu, ni durará mucho la paz que se busca en cosas exteriores. Si falta el verdadero fundamento de las estabilidad del corazón, es decir, si no vives unido a mí podrás ir de un lugar a otro, pero nunca serás perfecto. Porque una vez que se presente la ocasión, y tú la aceptes, encontrarás aquello de lo cual tratabas de huir aún más.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.