5. Además, (y esto es lo más excelso), me aman a mí más que a sus personas y a sus méritos. Porque elevados sobre sí mismos y libres de todo lo que es amor propio, se abisman totalmente en el mío en el cual gozan y encuentran la paz.
No hay nada que pueda distraer o rebajar a los santos, porque, llenos de la eterna verdad, arden en el fuego de un amor inextinguible.
Callen, por lo tanto, los hombres carnales y sensuales, que sólo saber apreciar el placer personal, y dejan de discutir del estado de los santos. Ellos quitan y agregan a los bienaventurados según les sugiere el propio capricho, no como lo dispone la eterna verdad.
Lea también: Por el vínculo de la caridad todos los santos son una misma cosa
Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.