2. Hijo, el fuego arde fácilmente, pero la llama no sube sin humo. De la misma manera suben hacia el cielo los anhelos de algunos, sin estar libres de la tentación de apego a las cosas materiales y aun lo que tan insistentemente piden a Dios no lo hacen exclusivamente por la gloria de Dios.

Con frecuencia así sucede también con tu deseo, porque le agregas algún detalle muy inoportuno: no es puro ni es perfecto lo que va mezclado con interés propio.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.