Por Camaleón
El universo de la fotografía, como todo en el mundo actual, está en constante transformación. Hemos pasado de la fotografía tradicional impresa a la digital en la nube; de la fotografía como documento histórico a una imagen recreativa, fugaz y muchas veces desechable.
Hoy, todo el mundo tiene una cámara poderosa en su bolsillo. Todos son fotógrafos. Las grandes compañías dedicadas a la fotografía artística han quebrado, afectadas por estos cambios vertiginosos.
En este contexto, es urgente que alguna institución de Sonsón —la Casa de la Cultura, la Casa de los Abuelos, el Santuario de Valvanera, u otra— o incluso una persona comprometida, emprenda la noble cruzada de coleccionar, clasificar y conservar miles de fotografías que, aunque hoy parecen simples recuerdos, ya son piezas de museo.
Frente al espejismo de los archivos electrónicos, las fotografías físicas siguen siendo un testimonio invaluable. Cada imagen, si está bien tomada, guarda información sobre personas, acontecimientos, usos, costumbres, indumentaria, gastronomía y celebraciones.
Dejamos abierta la invitación para quien quiera asumir este apostolado social: rescatar la historia de Sonsón narrada en fotografías. Sonsón y su memoria lo agradecerán.
¿Quién dijo yo?
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