6. Muchas veces es una especie de pobreza espiritual la que se posesiona de nuestro cuerpo miserable. Ruega, pues con humildad al Señor que te dé espíritu de contrición y di como el Profeta: Dame para comer, Señor, el pan de las lágrimas y para beber el agua de mis abundantes llantos (Sal. 79, 6).
Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.