No es un secreto del temor y la angustia ante la inestabilidad socioeconómica, que vive nuestro pueblo, por ello, es hora que empecemos a repensar como pueblo, en superar este tedio que nos deja a largo plazo para muchos y a corto plazo para muy pocos, el COVID-19. Un malestar por el actuar de hombres necios, ante el capital salvaje, una guerra oculta, inhumana y oscura, entre las dos potencias del mundo.
Pueblo, tenemos dos opciones para elegir, la primera, es edificar sostenibilidad y viabilidad socioeconómica colectivamente y a corto plazo, y la segunda, proyectar comodidad y defendibilidad socioeconómica individualmente y a largo plazo.
Se nos es, lamentable, como se está enfrentando la situación ante el desequilibrio socioeconómico que todo un pueblo vive, pero la subsistencia de ella, se da en el oligopolio que el mismo pueblo sostiene, y se verá más sometido a sus ansiedades de tener más.
Sino reflexionamos, repensamos, y a lo sumo, sino construimos en apoyo y alianza, la sostenibilidad económica de nuestro pueblo, se desatarán otros malestares como el sociocultural, el socioeconómico y el sociopolítico.
Si tomamos la primera opción, debemos de: Creación de empleo en la que se toma en cuenta el número de trabajos creados por cada euro invertido en nuestro pueblo, pero también los tipos de trabajos creados y quiénes se benefician de ellos, así como la adecuación entre las aptitudes necesarias y las disponibles en la fuerza laboral a nivel local; impulso a la actividad económica, centrada en el efecto multiplicador socioeconómico, que puede aportar cada intervención, la capacidad de un proyecto para sustituir directamente la demanda que falta y sus repercusiones en los niveles de productividad, compra y venta; oportunidad y riesgo, en la que se evalúa si el proyecto y/o actividad socioeconómica genera beneficios en el estímulo y el empleo a muy corto plazo y si son duraderos, incluso ante la posible reimposición de medidas locales de cuarentena.
Si tomamos la segunda opción, debemos de: Potenciar el supuesto crecimiento a largo plazo, en la que se considera su impacto en el capital humano, natural y físico; resilienciar el apócrifo frente a perturbaciones futuras, con intervenciones para fortalecer la capacidad de las sociedades y las economías, son pocos los que alcanzan este modelo de sostenibilidad socioeconómica; trayectoria del imaginarios individual ante el crecimiento sostenible de su economía, con medidas de apoyo y difusión de oportunidad en su mercado.
Solo nos queda decir: ¡El líder, el emprendedor, que tome este barco, punto a naufragar, debe basarse en la colectividad y remar todos a la misma dirección de las aguas turbulentas; orientar a los responsables, participantes de las políticas en materia de recuperación socioeconómica, un compromiso, que debe aferrarse a la inclusión política y económica, a la innovación de mecanismo de producción, venta y compra, y a la incorporación económica, aquella incubadora de planes e ideas de negocios competitivos y participativos, su insumo principal es apoyar el crecimiento colectivo fami-empresarial o micro-empresarial, transformando ideas/proyectos en nuevos negocios, a través de servicio de calidad, eficiencia y eficacia.
Por:
Luis Fernando Daza López
Especialista en Gerencia Educativa de la CUMD.
Licenciado en Educación Básica con Énfasis en Matemática de la UdeA.
Yuliana Berrio Osorio
Diseñadora – Redacción
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