2. Los hombres pasan, mas la verdad de Dios permanece para siempre (Sal. 116, 2). Dios nos habla de diversas maneras, sin acepción de personas.
Nuestra curiosidad muchas veces constituye un obstáculo para la lectura de las Sagradas Escrituras porque queremos entender y discutir lo que llanamente se debe aceptar. Si quieres sacar provecho, lee con humildad, sencillez y con fe, sin pretender el titulo de docto.
Pregunta con toda libertad y escucha en silencio las palabras de los santos. Note disgusten los proverbios de lo ancianos porque no fueron pronunciados sin razón.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.