Hablar del conflicto armado en el Oriente antioqueño es fijar nuestra mirada a los años mas violentos que vivió el país por causa de los grupos armados insurgentes. Es un recuerdo en lo más intimo y una fecha a la que nadie quiere regresar.
El miedo se apoderó de las personas, sus familiares fueron secuestrados, masacrados y el campo quedó solo. Las familias sufrieron el despojo de sus tierras, la pérdida de sus riquezas y tuvieron que moverse, adaptarse y/o regresar.
«El conflicto armado en el oriente Antioqueño está enmarcado por múltiples factores generadores de violencia y abuso de la población civil siendo pocos estos tres factores: minas anti persona, desplazamiento forzado y reclutamiento de menores.»
Carlos Murillo Osorio. Oriente Antioqueño Bajo Amenaza.
Mientras tanto, aquellas tierras en las que florecían los cultivos, germinaban los productos, se disfrutaba del campo, se vivía tranquilo y en paz, ahora se encontraban minadas y abandonadas, tuvieron que ser vendidas por menos de lo que valen, algunas fueron hurtadas, otras traspapeladas por amenazas a sus propietarios si no las entregaban. Muchos otros fueron desterrados.
De otro lado, la maquinaria política y el Gobierno Nacional hacían grandes prestamos de dinero para la construcción y puesta en marcha de micro centrales energéticas, para vender energía. «Simultáneamente se gestionó con organismos de crédito internacional el dinero que hacía falta para la construcción de estas mega-obras; de ahí que con el crédito externo y aún en proceso de construcción de la central de Guatapé, ISA emprendió la construcción en el municipio de San Carlos de una hidroeléctrica con la mayor capacidad instalada del país. A esta le siguieron Jaguas, Calderas y Tafetanes, ubicadas en esta misma área. Paralelamente se autorizó a las Empresas Públicas de Medellín emprender la construcción de la central de Playas, ubicada entre las represas de Guatapé, Jaguas y San Carlos.» Carlos R. Olaya. El Exterminio del Movimiento Cívico del Oriente Antioqueño.
Surge por entonces en el Oriente antioqueño el Movimiento Cívico por la defensa de los derechos de la comunidad. «Durante las décadas de los setenta y de los ochenta, en la región del oriente antioqueño se vivió un periodo de intensa y masiva movilización social que convergió en el denominado movimiento cívico, el cual inició localmente, pero, posteriormente, cobró un carácter regional.» Andrea Lissett Pérez. Movimientos y Resistencias Sociales en el Oriente Antioqueño. Nuevos Desafíos.
Lo que hoy vivimos en la región, es la necesidad de los hombres y mujeres de habitar el territorio, de ser libres, de vivir en paz, de proteger y conservar los recursos naturales, de garantizar los derechos fundamentales, la soberanía alimentaria y el desarrollo sostenible de las comunidades.
«Los movimientos sociales son actores vitales en la comprensión de los momentos y las tramas sociales. Ellos evidencian los conflictos, las tensiones, y de alguna manera, señalan rutas sociales que, en marcos democráticos y participativos, derivan en consensos y nuevos pactos sociales.»
Andrea Lissett Pérez. Movimientos y Resistencias Sociales en el Oriente Antioqueño. Nuevos Desafíos.
No podemos caer en las trampas de ese «desarrollo» que está privatizando los recursos naturales, explotándolos y vendiéndolos para que un selecto grupo se esté lucrando de éste ilícito, haciendo un daño grave en el planeta, deteriorando los ecosistemas y generando más pobreza para los campesinos.
«También hoy en día las comunidades y los ecosistemas del Oriente antioqueño continúan bajo la presión de intereses económicos que buscan aprovechar los bienes comunes. En la lógica extractivista, dichos intereses priman por encima de las necesidades de la población y la conservación del ambiente.»
Movete.
¡Ya no más!, basta la corrupción, arriba la participación, arriba el pueblo, arriba los movimientos sociales que no pierden el deber del deber cumplido, la concertación y el diálogo. Queremos más procesos participativos en el campo, con los campesinos, huertas ecológicas, la bioconstrucción, la permacultura, los proyectos sostenibles y autosustentables. Nada que atente contra la salud de los ecosistemas, las especies y la libertad del hombre.
«Los movimientos sociales contemporáneos son profetas del presente. Lo que ellos poseen no es la fuerza del aparato, sino el poder de la palabra. Anuncian los cambios posibles, no en el futuro distante sino en el presente de nuestras vidas; obligan a los poderes a mostrarse y les dan una forma y un rostro; utilizan un lenguaje que parece exclusivo de ellos, pero dicen algo que los trasciende y hablan por todos nosotros.»
(Melucci, 2000: 11) Citado por Andrea Lissett Pérez. Movimientos y Resistencias Sociales en el Oriente Antioqueño. Nuevos Desafíos.