Desde la década de los años 60 cuando una serie de terremotos ocurridos en el país afectaron a Sonsón gravemente, casi al punto de destruirlo totalmente, y con el traslado de la Diócesis de Sonsón hacia Rionegro, éste municipio perdió importancia y sus gentes.
Sonsón ha ido sufriendo un gran bajón de su población, en cuanto a numero, con cada censo nacional hecho por el gobierno colombiano, y ha disminuido su población en porcentaje, no solo por los dos factores mencionados, sino también, otros tales como los procesos acelerados de modernización de Medellín y sus municipios cercanos quienes en el año 1979 crearon el Área Metropolitana del Valle de Aburrá.
La falta de fábricas y empresas que dieran trabajo y bienestar a Sonsón y sus gentes, la desidia de algunos de sus gobernantes por traer fábricas, empresas, universidades y desarrollo hacia el propio pueblo, hizo que perdiéramos la vía principal de Medellín a Bogotá, ya que en vez de pavimentarse nuestra vía, que era la vía principal, se construyó la célebre autopista Medellín – Bogotá entre 1978 – 1982. Dicha autopista mató en lo comercial, no solo a Sonsón, sino los municipios de Argelia y Nariño, y los municipios vecinos de Caldas.
Esto aceleró el auge migratorio de sonsoneños hacia Medellín y Bogotá. Ya en el año 1990 se ve un auge de Sonsoneños que migran hacia Rionegro y Marinilla y otras regiones del país buscando un mejor futuro, ante todo oportunidades laborales y de estudio. Migraban gran cantidad de jóvenes, tanto hombres y mujeres, quienes habían logrado ganar el Icfes y ganar el examen de rigor de las universidades en Medellín, tanto publicas como privadas, en especial en la Universidad de Antioquia y la Universidad Nacional de Colombia.
Desde el año 1980 y hasta nuestros días vemos como centenares de jóvenes y familias sonsoneñas cada fin de año o principios de los mismos salen expulsadas de nuestro municipio en busca de mejores condiciones de vida en todo sentido. La migración no solo es a nivel urbano, sino también rural. La situación es más dura y compleja para el campesinado, hace su tránsito de la vereda al área urbana y luego a Medellín, e incluso en muchas ocasiones, se aventuran a irse de una vez hacia Medellín y otros lugares sin hacer escala y parada en Sonsón.
La falta de oportunidades y de trabajo sumió al pueblo y a sus gentes en la pobreza, el hambre y la desesperanza, obligándolos a salir y migrar. Años atrás Sonsón vivió los rigores de la guerra que envolvió al país desde 1988 – 2005, lo que no solo provocó el auge migratorio, si no que lo triplico, quedando el pueblo de abandonado en un 70% su área urbana y de un 90% en su área rural.
La gran mayoría de sonsoneños que han migrado hacia otros lugares han tenido éxito y suerte en todo sentido, pero desgraciadamente no a todos la suerte les sonríe, ni son amigos de ella. Sonsoneños y sonsoneñas viven pobremente, en condiciones muy duras, se sostienen de la voluntad de Dios, la caridad y de la limosna; llegan a los barrios de las grandes urbes como: Medellín, Bogotá, Cali, Ibagué y Barranquilla a engrosar los cinturones de miseria de estas ciudades, sin trabajo y las condiciones de salubridad y bienestar optimas que necesita y requiere todo ser humano para su bienestar.
Un sinnúmero de sonsoneños migraron al exterior en busca de mejores oportunidades que desgraciadamente no encontraron a su debido tiempo en Colombia ni en Sonsón y otros que por la violencia en Colombia salieron exiliadas.
Por:
Jaime Alberto López Bonilla.
Historiador Universidad Nacional Medellín.
Correo: jaime.lopez@periodicoelparamo.com