6. La naturaleza teme la confusión y el desprecio y la gracia se alegra de sufrir ultrajes por el nombre de Jesús (He. 5, 41).
7. La naturaleza prefiere el ocio y el descanso corporal, la gracia, en vez, no puede estar inactiva y con agrado se entrega al trabajo.
8. La naturaleza busca poseer cosas raras y bellas y detesta las viles y groseras. La gracia, por su parte, se complace de lo que es simple y modesto, no desprecia las cosas ordinarias y se viste sin repugnancia de ropas viejas.
Lea también: La gracia atribuye a Dios todo honor y toda gloria
Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.