40. El docto y piadoso Suárez, de la Compañía de Jesús, el sabio y devoto Justo Lipsio, doctor de Lovaina y muchos otros, han probado irrefutablemente en concordancia con los sentimientos de los santos
Padres, entre otros San Agustín, San Efrén, Diácono de Edesa, de San Cirilo de Jerusalén, de San Germán de Constantinopla, de San Juan Damasceno, de San Anselmo, San Bernardo, San Bernardino, Santo Tomás y San Buenaventura, que la devoción a la Santísima Virgen es necesaria para la salvación, y que es una señal infalible de reprobación –como sienten incluso Ecolampadio y algunos otros herejes– no tener estima y amor a la Santísima Virgen; siendo, por el contrario, clara señal de predestinación, entregársele entera, devota y verdaderamente.
Fuente: Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen María y el Secreto de María