2. Es verdad que cada uno prefiere obrar a su antojo y que elige las personas que opinan como él. Pero, si queremos que Dios esté entre nosotros, es necesario abandonar a veces nuestro parecer por amor a la paz.
¿Hay persona tan docta que lo sepa todo? No debes, pues confiar demasiado en tus impresiones, sino escuchar atentamente también la opinión de los demás. Aunque tu punto de vista fuera exacto, si, por amor a Dios, lo abandonas para seguir el ajeno, sacarás mucho provecho para tu alma.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.