6. En el silencio y el sosiego progresa el alma devota y llega a entender el sentido profundo de las Escrituras. Allí encuentra manantiales de lágrimas con que lavarse y purificarse todas las noches, para hacerse tanto más íntima del Creador cuanto más alejada vive del bullicio mundano. El que se aparta de conocidos y amigos, más se acerca a Dios y a sus santos ángeles.
Es mejor esconderse y cuidar el propio perfeccionamiento que hacer milagros y descuidarse. Para el religioso es loable salir pocas veces, no querer ver a todo el mundo y evitar que todo el mundo lo vea a él.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.