2. Fue dicho: Todas las veces que estuve entre los hombres, volví menos hombre que antes (Séneca, Epist., VII, 3). Esto nos acontece con frecuencia cuando charlamos mucho. Siempre es más fácil callar que hablar sin errar. Es más sencillo encerrarse en la propia casa que controlarse convenientemente afuera. Por eso, aquel que desee allegarse a la espiritualidad interior debe, con Jesús, Apartarse del bullicio del mundo.
Nadie está entre la gente sin peligro de errar, si no ama el recogimiento. Nadie habla con acierto, si no sabe callar. Nadie preside dignamente, sino el que se sujeta con gusto. Nadie puede dirigir a los demás con seguridad, si no aprendió antes a obedecer.
Lea también: Capítulo 20|Amor y soledad al silencio
Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.