Por Martha Isabel González
“Escucha tu intuición, es la brújula de tu alma”
Somos seres polares. Todo en este mundo se rige por dos energías: femenina y masculina. Estas energías son estados de vibración y frecuencias universales presentes tanto en el plano físico como en el espiritual. Se encuentran en todo y en todos, independientemente del género o sexo, y solo pueden potenciarse mediante un estado de conciencia. Por eso, es fundamental cultivar ambas energías para integrarlas de forma adecuada. Cuando carecemos de una de ellas, nos desconectamos de nosotros mismos, nos agotamos, y el equilibrio —que sería la perfección— se convierte en la clave para lograr armonía interna y bienestar.
“No te adaptes a la energía del espacio en el que estás. Inflúyelo con tu energía”.
La energía femenina
La energía femenina está relacionada con el ser, la autenticidad, la introspección, los sentimientos, el invierno, la luna, la intuición, el cuidado, la sanación, la receptividad, la ciclicidad, las emociones, la expresión, la comunicación y la creación.
Cuando esta energía está herida, pueden manifestarse los siguientes estados emocionales:
- Necesidad constante de aprobación de los demás.
- Inseguridad.
- Búsqueda externa de lo que se encuentra dentro de uno mismo.
- Incapacidad para poner límites.
- Preocupación excesiva por la opinión de otros.
- Desconexión con la intuición.
- Actitud de víctima.
¿Cómo activar una energía femenina sana?
La energía femenina es magnética y poderosa. Para activarla, la clave es ser esa energía sana que irradia luz y abre oportunidades. Aquí hay algunas prácticas:
- Aceptar: Aprende a recibir cumplidos, regalos y abundancia sin justificarte o minimizarlos. La energía femenina sabe que vale y que merece.
- Dejarse ayudar: Permítete recibir apoyo y abundancia en todos los sentidos.
- Mover el cuerpo: Realiza actividades como yoga, baile, ejercicio o escribir disfrutando el proceso.
- Descansar: Crea momentos de paz, contemplación y meditación.
- Reconocer las emociones: Siéntelas, acéptalas y libéralas.
- Haz lo que te haga feliz: Conecta contigo misma a través de actividades que disfrutes.
- Cambia tu diálogo interno: Revisa los conceptos automáticos que tienes sobre la energía femenina y reevalúalos.
La energía masculina
La energía masculina está relacionada con el hacer, la razón, la lógica, la firmeza, el dar, la linealidad, la supervivencia, la acción, el sentido común, la decisión, el verano y el sol.
Cuando esta energía está herida, se pueden observar los siguientes estados emocionales:
- Exceso de control.
- Estrés constante.
- Desconexión con el cuerpo.
- Enfoque exclusivo en los resultados.
- Desequilibrio entre dar y recibir (solo da y no sabe recibir).
- Creencia de que puede hacerlo todo sola.
¿Cómo activar una energía masculina sana?
La energía masculina es clave para concretar sueños y materializar objetivos. Estas prácticas pueden ayudarte a activarla:
- Planificar: Escribe tus metas y objetivos.
- Organizar: Pregúntate qué necesitas y cómo lo vas a lograr.
- Enfocarte: La energía masculina es lineal y se dirige hacia un propósito.
- Dar: Comparte consejos, conocimiento o apoyo.
- Tomar acción: Avanza con determinación, incluso frente al miedo.
¿Cómo se generan las heridas en las energías masculina y femenina?
Durante la infancia, nuestros padres suelen vivir desde una energía predominante. Este modelo se convierte en nuestro ejemplo, y para conectar con ellos, muchas veces asumimos ciertos patrones o personajes.
Identifica si tienes alguna de las dos energías heridas en estas áreas de tu vida:
- Trabajo.
- Relaciones de pareja.
- Relaciones contigo misma.
El equilibrio de las energías
Para ser exitosos y abundantes, necesitamos ambas energías en equilibrio. Este balance nos permite manifestar realmente lo que deseamos en la vida. Es crucial detectar cuál de estas energías predomina en ti y trabajar para equilibrarlas.
La abundancia económica, por ejemplo, es una representación del equilibrio entre dar y recibir: la energía masculina y la femenina. El dinero es energía, y su importancia radica en el valor que le damos. Si no nos consideramos valiosos o no valoramos a los demás, no atraeremos prosperidad.
No existen personas pobres; solo personas que no se sienten valiosas y no toman acción.
Preguntas para reflexionar:
- ¿Cómo aporto más valor?
- ¿Cómo puedo seguir creciendo?
“No atraigo lo que quiero, atraigo lo que soy”.
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