4. El testimonio de los hombres falla frecuentemente. Mi juicio, en vez, es justo, firme y nunca será revocado. Oculto para la mayoría, muy pocos lo penetran de a poco; pero nunca se equivoca ni puede equivocarse, aunque pueda parecer injusto a los ojos de quien no posee la sabiduría.
A mí, por lo tanto, hay que acudir en todo juicio y no confiar en el propio conocimiento. El justo no perderá la tranquilidad por cualquier cosa que le suceda (Prov. 12, 21) de Dios. Aunque algo infundado se afirme contra él, no por ello se inquietará demasiado. Como asimismo no se engreirá si otros, con razón, lo defenderán, porque considera que soy yo quien escudriño los corazones y las entrañas (Ap. 2, 23), yo, que no juzgo según la cara y las apariencias humanas.
Muchas veces, ante mis ojos, es culpable el que según el juicio humano es digno de alabanza.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.