2. El que se atribuye algo bueno, impide que sobre él llegue la gracia de Dios, porque la gracia del Espíritu Santo busca siempre un corazón humilde.
Si tú supieras anonadarte perfectamente y apartarte de todo amor terreno, yo, ciertamente, iría hacia ti con abundancia de gracia. Cuando miras a las criaturas, éstas te impiden la mirada del Creador. Aprende, por lo tanto, a vencerte en todas las cosas por amor al Creador, así podrás alcanzar el conocimiento de Dios.
Cualquier cosa, por pequeña que sea, si sele ama y mira desordenadamente, obstaculiza la llegada del Sumo Bien y corrompe el corazón.
Lea también: Capítulo 42|Nuestra paz no reside en los hombres
Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.