3. Algunos son tentados fuertemente con respecto a la fe en este sacramento, pero, no hay que darles la culpa a ellos, sino al enemigo. No te detengas en estos pensamientos, no te pongas a discutir con ellos ni contestes a las dudas que el diablo te pueda insinuar, sino cree en las palabras de Dios, confía en sus santos y profetas (cfr. 2 Crón. 20, 20) y el maligno enemigo huirá de ti.
Con frecuencia es muy útil que el siervo de Dios sufra estas tentaciones. Porque el demonio no somete a la tentación a aquellos que no tienen fe y a los pecadores, por tenerlos ya seguros, sino que tienta y atormenta de distintas maneras a los creyentes y a los devotos.
Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.