Es conveniente que padre, madre y maestros, se paren a reflexionar y recapacitar sobre qué es la educación y la formación y qué medios han de utilizar para conseguir los objetivos anhelados. Pero también deben preguntarse por el fin de la educación y la formación, por el para qué de sus compromisos, desvelos, es decir, saber qué tipo de hombre o de mujer quieren formar y educar.

Actualmente en las instituciones educativas como los hogares se suele disponer de medios técnicos al servicio de la educación y la formación (ordenadores informáticos, televisión, móviles e internet, entre otros), pero con frecuencia y lamentablemente “se olvidan” de la finalidad de la educación y formación.

Se conoce el último fin de la educación, es la preparación para la vida; esta preparación se considera tanto para la vida del niño de hoy (ser buen hijo, buen estudiante), como para la vida del hombre del futuro (buen padre, buen profesional). Ahora bien, la formación ha de ser completa y no reducirla a una concepción utilitarista (prepararlos solamente para ganar dinero y tener cosas), ni a una visión hedonista de la existencia (buscar solamente el placer y la satisfacción).

El fin de formar, es ir más allá, de educar para ser alguien en la vida, siempre somos alguien en la vida, en tanto que existimos; pero no siempre sabemos quiénes somos, ni qué queremos ser, ni cómo podemos llegar a ser lo que queremos ser, ni cómo podemos llegar a humanizar nuestra existencia.

En la formación, se detecta la conexión entre la humanización y el existencialismo, es decir, a la emoción que desencadena mayor conmoción; a la cuestión de apaciguar la ira, al vencer el miedo y dosificar el placer, en unicidad al ser, como ser humano, transcendiendo la libertad del aire.

La preparación entre la conexidad de formar y educar para la vida se podría concretar en tres aspectos: – Integrar al ser humano, en la libertad y en la aceptación de la responsabilidad personal y familiar, atado a su identidad natural y de género. – Crear al ser humano, en la solidaridad y servicio a los demás, en pro de la protección del entorno como un bien común. – Incluir al ser humano, a llevar una vida honesta, leal y recta, que se fundamenta en el ejercicio de las virtudes, principios y valores.

Pero no basta con explicar esto, hace falta la fuerza del ejemplo, del buen referente social, político y cultural, como el maestro que educa, el padre y la madre que forman, anclados en la visión y misión de formar y educar para la vida, haciendo florecer el significado particular de la vida; el propósito particular del estar vivo; el sentido particular del saber vivir juntos; el estilo particular de aportar al convivir y a lo sumo el modo particular de interactuar generando el bienestar.

Berrio afirma: ¡Formar y Educar para la vida, nos humaniza y nos prepara, para prevenir la destrucción personal, para edificar el fundamento de la familia, contrayendo una sociedad, preparada para las múltiples problemáticas fenomenológicas que día a día nos desafían, en el ámbito personal, familiar, social, político, cultural y natural de la vida! (2020).

Por:

Luis Fernando Daza López
Especialista en Gerencia Educativa de la CUMD.
Licenciado en Educación Básica con Énfasis en Matemática de la UdeA.

Yuliana Berrio Osorio
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