3. ¿Qué puedo hacer yo para expiar mis pecados sino confesarlos humildemente, deplorarlos e implorar sin cesar tu misericordia?
Dios mío, te imploro que me escuches con benevolencia cuando me presente ante tu divino acatamiento. Aborrezco mucho todos mis pecados. No quiero cometerlos más adelante. Los detesto y me doleré de ellos mientras viva. Estoy dispuesto a hacer penitencia y a satisfacer por ellos en la medida de mis fuerzas.
Señor, perdóname. Por tu santo nombre, olvida mis faltas. Salva mi alma que redimiste con tu preciosa sangre. Me remito a tu misericordia, me entrego a tus manos. Haz conmigo según tu bondad y no según mi perfidia y mi iniquidad.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.