“NO ERES EL ALMA, NO ERES LA MENTE, NO ERES EL CUERPO… ¡ERES LA ESENCIA DE TODO!

Cuerpo-Mente-Espíritu son tus tres dimensiones básicas que deben de estar en armonía para encontrar el equilibrio que tanto necesitamos en la vida, porque cuando nos sentimos equilibrados experimentamos más sintonía con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea y así alcanzar una vida plena.

EL CUERPO: Es el vehículo de manifestación, es el templo sagrado para adquirir buena salud y buen aspecto. Es nuestra responsabilidad alimentarlo, vestirlo, entrenarlo y mimarlo.

LA MENTE: Es el conjunto de capacidades relacionadas con el conocimiento, la memoria, imaginación, percepción y pensamiento, para interpretar, interactuar y responder al entorno. Cuidar la mente implica cuidarnos a nosotros mismos, requiere conocerla y conectarte.

EL ESPIRITU: Se basa en la consciencia, intuición, comunión. Tiene la capacidad de conectar con el Ser Supremo. Es una parte inmaterial de nuestro Ser. Debemos cultivarla a diario, sentirla desde nuestro corazón y ser consciente de ti mismo.

Encontrar el equilibrio entre estas tres dimensiones CUERPO, MENTE Y ESPIRITU es la clave para alcanzar una vida llena de bienestar, porque cuando algunas de estas están desatendidas aparece el SUFRIMIENTO y LA ENFERMEDAD.

¿Cómo colaborar a nuestro cuerpo, mente y espíritu para lograr una verdadera sanación en equilibrio?

Sanar es recuperar o volver a lograr el estado de salud, física, mental y espiritual que nos acerca a quienes realmente somos y a nuestro propósito en este mundo. Sanar es regresar a nuestro estado de integridad para regresar al espíritu y así encontrar armonía, unidad y alineando ya no estando en conflicto con nuestro ser. 

Al utilizar más la inteligencia del cuerpo, la inteligencia de la mente, los pensamientos, las emociones colaboran con tu cuerpo, las células del cuerpo están trabajando para el bien y la armonía las protege. Las células son flexibles y se adaptan a lo que pide. Porque fe es conocimiento – Vamos a crear más Fe en tu cuerpo. Las células obedecen a las leyes universales, ejemplo: Si no descansas se forma una difusión en sus células, ellas te mandan el mensaje que debes descansar. Por eso debes confiar, la vida les proveerá lo que necesiten. Estamos unidos cuerpo, mente y espíritu, todo influye en todo.

Repite esta frase para sanar: «Mi cuerpo sabe sanarse así mismo si colaboro con él”

¿Cómo colaboro con él? Cuerpo, mente, ambos son inseparables para llegar a la unidad mente y espíritu y en centrar la verdadera armonía y paz.

Si deseas sanarte tendrás que confiar más en la vida, cada parte de ti puede cambiar a través de ACEPTAR, EXPANDIR, CRECER, no más conflicto con la vida, confiar en lo que la vida te trae, fluya en todo tu proceso y aceptar las cosas como son.

Cuando cabíamos la percepción, la interpretación de la enfermedad, la tristeza, el dolor…, cambia la situación, porque tú eres la fuente de sanación que eres. No estamos solos, hay una luz superior a nosotros que interviene en el proceso, por eso es tan importante tener fe y confiar que vamos a sanar.

ACCIONES PARA PRACTICAR

  • Regálate tiempo para escucharte, para meditar.
  • Aleja el estrés. ¿Qué dialogo interno tienes contigo mismo?
  • Duerme cuando tu cuerpo te lo pida, el cuerpo es sabio, atiende a los llamados tu cuerpo.
  • Céntrate en ti y no en lo que hagan los demás, tu mundo es suficiente para concentrarte en ti.
  • Realiza cosas que te hagan sentir de buen humor, que le hagan bien a tu alma.
  • Utiliza una alimentación más real, consciente, más de la tierra.
  • Mueve tu cuerpo para activar la energía física, como una caminata, lo que va bien contigo.
  • Ten una actitud relajada de la vida, flexibilidad, hacer lo que tengas que hacer.
  • Evita todo lo toxico, todo lo que te puede inflamar, debes escuchar tu cuerpo, respétalo, eres un universo único y si tu cooperas aumenta tu poder cuerpo, mente y espíritu.

Nadie sana siendo la misma persona, la sanación es un viaje de transformación personal.

Cuando alguien se enfermaba los sabios preguntaban:

  • ¿Cuándo dejaste de cantar?
  • ¿Cuándo dejaste de bailar?
  • ¿Cuándo dejaste de contar historias?
  • ¿Cuándo dejaste de sentirte cómodo en el dulce espacio del silencio?

Curar es tocar con amor lo que antes fue tocado con miedo.

Por: Martha Isabel González

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