3. Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aun a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, porque tú eres nuestro sostén, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.