Los aprendizajes de las investigaciones que entre 2017 y 2020 ha dejado el Convenio BIO entre EPM y la Universidad de Antioquia servirán para que la empresa tome decisiones más acertadas sobre su intervención en las zonas de influencia de varios proyectos de generación de energía.
Una de las temáticas del convenio está enfocada en el estudio del recurso hídrico. Allí se establecieron cuatro líneas de trabajo. La de más largo aliento tiene que ver con la calidad del agua de Porce II y Porce III, donde se han hecho estudios desde 2001 hasta 2018. “Con la información de estos 18 años, trabajamos con el objetivo de optimizar la red de monitoreo para esos embalses, para dar respuesta no sólo a los requerimientos legales sino también para facilitar el uso de la información para la gestión sostenible”, explicó Francisco José Molina, quien lidera las investigaciones en este segmento desde la UdeA.
Otra investigación hace vigilancia y seguimiento a la presencia de cianobacterias en los embalses Porce II y III, Riogrande I y II, y Guatapé-El Peñol. Con esta se evalúa cómo evoluciona la presencia de estos organismos y los riesgos que pueden presentarse. También se trabaja en un plan piloto de un parque solar flotante en Guatapé-El Peñol y se analiza el impacto de los paneles en la calidad del agua cercana. Por último, hay una línea de trabajo para atender vertimientos accidentales en los embalses y reducir sus impactos en los ecosistemas.
“No basta solo con hacer muestreos y análisis, sino que esta información que se recoja con estas investigaciones tenga coherencia en el tiempo para tener, en un futuro cercano, modelos de alerta temprana, sobre todo para lo relacionado con déficit de oxígeno y posibles mortandades de peces en los embalses”, enfatizó Molina.
Por su parte, Julie Arteaga, profesional ambiental de EPM, dijo que “en la empresa estamos apuntando a utilizar tecnología de modelos hidrodinámicos asociados a la calidad del agua y de instrumentación, que permita mirar de manera remota, día a día, hora a hora, lo que sucede en los embalses y, ante cualquier eventualidad, tomar las decisiones de manera oportunas y más confiable”.
Daniel Restrepo, uno de los investigadores por parte de la UdeA, recordó que una de las conclusiones del convenio indicó que antes de la construcción de Porce II y III “se tenía un registro aproximado de 30 especies nativas; después aumentó a cerca de 60, debido a la introducción de especies en el embalse, pero evidenciamos la reducción de las especies nativas y el aumento de las introducidas”. Una de las más afectadas fue la sabaleta (Brycon henni).
Así, el convenio ofreció los insumos para diseñar un plan de repoblamiento de la especie teniendo como eje la protección de la cuenca de río Nechí, que incluye también las del Guadalupe y Porce. Además, esas conclusiones promovieron la ejecución de una campaña de educación con los habitantes de las riberas.
Andrés Felipe Galeano, profesional ambiental y social de EPM y par coordinador de la línea de ictiofauna del convenio, aseguró que “saber cómo está la población de peces, cómo se comporta y transforma con el tiempo, nos permite gestionar, de una manera adecuada y con prontitud, cualquier cambio que se presente. Trabajar junto a la universidad es importante, porque se garantiza que la información que se obtiene es la adecuada y que la investigación es de alta calidad”.
Fuente: EPM