1.No descubras tu corazón a cualquiera (Eclo. 8, 19). Tus problemas trátalos con quien posea la sabiduría y el temor de Dios.
Conversa poco con los inexpertos y los desconocidos. No adules a los ricos, ni te gustes mostrarte entre grandes. Únete con los humildes y sencillos, con los piadosos y virtuosos, y con ellos trata de argumentos que favorezcan tu santificación. No tengas familiaridad con ninguna mujer, pero encomienda a Dios todas las mujeres buenas. Esfuérzate en vivir únicamente unido a Dios y a sus ángeles y evita el conocido de los hombres.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.