1. Hijo, no puedes perdurar continuamente en fervientes anhelos de virtud ni permanecer en un alto grado de contemplación. Algunas veces, por razón de la culpa original, es necesario descender a cosas más humildes y sobrellevar también la carga de esta vida corruptible aunque te cueste y sea contrario a tus deseos.
Mientras perdures en este cuerpo mortal, sentirás disgusto y aflicción de espíritu. Es ineludible que, mientras estés revestido de carne humana, gimas con frecuencia bajo las consecuencias de la carne que te impide dedicarte constantemente a los ejercicios espirituales y a la divina contemplación.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.