1.Dos son las alas que permiten al hombre elevarse por encima de las cosas: la sencillez y la pureza de corazón. La sencillez debe estar en la intención y la pureza en el afecto. La sencillez mira a Dios, la pureza lo alcanza y goza.
Ninguna buena obra te será difícil si, en tu interior, estás libre de todo afecto desordenado. Y gozarás de libertad de alma si sólo te propones buscar el beneplácito divino y el provecho del prójimo y no deseas otra cosa.
Si tu corazón fuese recto, entonces toda criatura sería para ti un espejo de vida y un libro de santa doctrina. No hay criatura tan pequeña ni miserable que no represente la bondad de Dios.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.