1.Hijo, no te seduzcan las bellas y sutiles frases de los hombres, porque el Reino de Dios no consiste en la palabrería, sino en la virtud (1 Cor. 4, 20). Escucha mis palabras. Ellas encienden los corazones e iluminan los entendimientos, conducen al arrepentimiento e infunden abundante consolación.
Nunca leas, aunque sea solo un vocablo, con el fin de parecer más docto o más sabio. Que tu estudio sea mortificar los vicios y esto te aprovechará más que el conocimiento de muchas cuestiones difíciles.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.