1.Feliz aquel que es adoctrinado directamente por la verdad, así como ella es, y no por figuras y voces que perecen, porque nuestra opinión y nuestro sentido con frecuencia nos engaña y son de corta mirada.
¿A qué sirve una amplia y sutil discusión acerca de cosas ocultas y oscuras por las cuales, en el juicio final, no seremos considerados responsables si las hemos ignorado? Gran necedad es descuidar lo útil y necesario para dedicarnos a las curiosidades y a lo perjudicial. Tenemos ojos y no vemos (cfr. Jer. 5, 21).
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.