1.Hijo, el que procura sustraerse a la obediencia, por su propia iniciativa se aparta de la gracia, y el que codicia disfrutar de las cosas personales, pierde el gusto de las que posee en común con los demás.
El que no se sujeta espontáneamente y de buena gana al superior, da señales de no tener todavía domada su naturaleza y manifiesta que aún se resiste y murmura. Aprende, por lo tanto, a someterte prontamente a tu superior si aspiras a tener sujeto tu temperamento.
Cuando el hombre no está debilitado interiormente, más fácilmente vencerá al enemigo exterior. Para el alma no hay enemigo exterior. Para el alma no hay enemigo peor ni más dañino que tu misma persona cuando no está en armonía con el espíritu. Para triunfar sobre la carne y la sangre, es necesario que tengas un sincero desprecio de ti mismo. Porque todavía te amas desordenadamente, por eso temes subordinar tu voluntad a la de otros.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.