1.Duras parecen a muchos estas palabras: Niégate a ti mismo, toma tu cruz y sigue a Jesús (cfr. Mt. 16, 24). Pero más duro será oír la suprema sentencia: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno (Mt. 25, 41).
Los que ahora oyen y siguen con alegría la predicación de la cruz no temerán entonces oír la sentencia de eterna condenación.
La señal de la cruz se verá en el cielo cuando el Señor venga a juzgarnos. Entonces todos los siervos de la cruz que conformaron su vida con la del Crucificado se acercarán con confianza a Cristo juez.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.