1.Podríamos gozar de mucha serenidad si no nos metiéramos en los asuntos ajenos y en lo que otros dicen o hacen. ¿Cómo es posible que uno mantenga por largo tiempo la tranquilidad si se entromete en cuidados ajenos, si busca motivos de interés en exterioridades, si rara y sólo superficialmente se recoge en su interior? ¡Bienaventurados los sencillos porque tendrán mucha paz!
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.