3. Si pudieras ver el premio eterno de los santos en el paraíso y de cuánta gloria están gozando aquellos que en este mundo serán considerados despreciables y casi indignos de la misma vida, seguramente te postrarías por el suelo y desearías más someterte a todos que mandar a uno solo.
No codiciarías días alegres aquí en esta tierra, al contrario gozarías viéndote atribulado por Dios y tendrías como grandísima ganancia el ser considerado una nulidad entre los hombres.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.