Finalizar el año es una oportunidad para reflexionar sobre los eventos y experiencias vividas, los logros alcanzados, los desafíos enfrentados y los aprendizajes obtenidos. Es un momento para reconocer conscientemente todas las vivencias y cerrar ciclos. Esto implica liberar resentimientos, miedos o cargas emocionales, y abrirse con entusiasmo a un nuevo comienzo lleno de gratitud y fe.

Estoy en paz conmigo misma. Sé que di lo mejor de mí, y eso es suficiente para sentirme satisfecha.
Independientemente de cómo haya sido tu año, has hecho lo mejor que podías. Cada persona crea su propio universo. Nuestra esencia es creadora, y contamos con infinitas posibilidades para encontrar el camino hacia la prosperidad. Eres un ser abundante, con una esencia divina.

Enfoca toda tu energía e intención en las metas, objetivos y deseos que anhelas atraer en este nuevo año. Recuerda que en ti ya existe la capacidad de manifestar amor, salud, prosperidad y propósito.
¡Yo soy la fuente de riqueza que se expresa dentro y fuera de mí!

Proceso para crear nuevas realidades en el año nuevo:

  1. Claridad en tus deseos: Visualiza cómo sería tener aquello que anhelas y alinea tu subconsciente con tus metas.
  2. Vibra en sintonía: Tus pensamientos dirigen la energía y determinan tu frecuencia y vibración.
  3. Visualiza con emoción: Imagina que ya has logrado lo que deseas, conectando con la emoción de ese logro.
  4. Acción alineada: Realiza cada día pequeñas acciones conscientes y coherentes con tus metas y objetivos.
  5. Sustituye el miedo por ilusión: Si ha llegado el momento de cambiar, permítete entusiasmarte con lo nuevo.
  6. Confía en el proceso: Suelta el control, confía en el camino y pide guía a tu ser supremo, Dios o el Universo.

Valora tus esfuerzos y logros, disfruta de tus éxitos y acepta al líder que hay dentro de ti. Recibe lo que llega a tu vida con los brazos abiertos, y pide ayuda para que tus decisiones sean siempre en tu mayor beneficio. La plenitud, la prosperidad y el merecimiento son tu derecho divino.

¡QUERIDO UNIVERSO, ESTOY LISTA PARA RECIBIR MILAGROS!

Por: Martha Isabel González

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