El 22 de marzo de cada año se celebra el Día Mundial del Agua para concienciar a la población e impulsar acciones que permitan hacer frente a la crisis del agua y el saneamiento.
Esta fecha es una oportunidad única en la vida para unirnos en favor del agua y acelerar juntos los avances en esta esfera.
Los problemas que se encuentran a lo largo del ciclo del agua están socavando el progreso en los principales conflictos planetarios: desde la salud hasta el hambre, desde la igualdad de género a los trabajos, pasando por la educación, la industria, los desastres naturales y la falta de paz.
En 2015, el mundo se comprometió con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6 como parte de la Agenda 2030: la promesa de que todos tendrían agua y saneamiento gestionados de forma segura para 2030.
A día de hoy, nos encontramos muy lejos de conseguirlo.
Miles de millones de personas e innumerables escuelas, empresas, centros de salud, granjas y fábricas se ven restringidas porque aún no se han cumplido sus derechos humanos al agua y al saneamiento.
Existe una necesidad urgente de acelerar el cambio, de ir más allá del “sigamos como hasta ahora”.
Los últimos datos muestran que los gobiernos deben trabajar un promedio de cuatro veces más rápido para cumplir con el ODS 6 a tiempo, pero esta no es una situación que pueda resolverse con solo un actor o grupo.
El agua afecta a todos, por lo que se necesita que todos tomemos medidas.
¿Qué es la crisis mundial del agua y el saneamiento?
Puede que, cuando se oye hablar de la crisis del agua y el saneamiento, sea difícil imaginarse lo que supone a nivel mundial. Los datos y las estadísticas son importantes, pero pueden despersonalizar esta crisis y desalentar a la gente a actuar.
Así pues, ¿qué pasaría si aplicásemos esta situación de crisis mundial a una comunidad de tan solo 100 personas?
Un total de 25 personas tendrían que recoger agua insalubre de un arroyo o estanque, que por lo general estaría muy alejado, o bien, tendrían que hacer cola durante horas y pagar un alto precio a un vendedor. De forma sistemática, el agua les haría enfermar tanto que no podrían ir al trabajo o a la escuela. La muerte por enfermedades totalmente evitables, como el cólera o la fiebre tifoidea, sería un peligro constante.
Un total de 22 personas no tendrían más remedio que hacer sus necesidades en la calle, en los arbustos o en el campo, o se verían obligadas a utilizar letrinas antihigiénicas y deficientes. Las mujeres y las niñas serían las más perjudicadas, dada su mayor vulnerabilidad a maltratos y ataques, y no podrían gestionar adecuadamente su salud menstrual.
Un total de 46 personas vivirían en áreas vulnerables a enfermedades porque las aguas residuales y heces volverían a la naturaleza sin ser tratadas. Las otras 54 personas, que dispondrían de retretes seguros conectados a sistemas que tratarían los residuos de forma segura, no serían conscientes de la importancia de los servicios de saneamiento para proteger la salud y el bienestar.
Aproximadamente la mitad de los humedales situados en los alrededores de la comunidad habrían desaparecido en las últimas décadas, lo que aumentaría el riesgo de inundaciones.
Un total de 22 personas trabajarían o serían atendidas en un centro de atención sanitaria que no contaría con el servicio básico de agua, lo que las expondría a un mayor riesgo de contraer enfermedades infecciosas. Muchas de ellas tendrían que recibir tratamiento para enfermedades que podrían haberse evitado si la comunidad dispusiera de agua y saneamiento gestionados de forma segura.
La agricultura y las industrias de los alrededores consumirían más del 80 % del agua disponible.
A causa del cambio climático, las sequías afectarían cada vez más a los recursos hídricos y al suministro de alimentos. Las inundaciones amenazarían con destruir las instalaciones relacionadas con el agua y el saneamiento y contaminar los recursos hídricos.
Sería poco probable que la comunidad hubiera suscrito un acuerdo de cooperación con las comunidades vecinas para compartir y proteger el agua.
Los miembros más pobres y vulnerables de la comunidad, que se verían desproporcionadamente afectados por la crisis, se enfrentarían a los mayores desafíos para conseguir una respuesta de las autoridades que supusiera la mejora de los servicios de agua y saneamiento.
¿Qué puedo hacer para contribuir a acelerar el cambio?
El Día Mundial del Agua 2023 insta a las personas a que “sean el cambio que quieren ver en el mundo”.
A partir de una antigua fábula procedente del pueblo quechua del Perú, en la que una colibrí transporta gotas de agua para extinguir un gran incendio, la campaña anima a las personas a aportar su granito de arena para contribuir a resolver la crisis del agua y el saneamiento.
Fuente: https://www.un.org/