Habitando la distancia entre letras, voces, silencios, el contagio del caos, los fragmentos de vida y muerte; bajo los días de lluvia o sol.
En medio del cielo y la tierra (infierno). Entre dioses, ángeles, demonios, diablos y otros seres sencillos, ahí me encuentro.
De uno y otro lado me llaman, me esperan «dicen amarme».
Antes anduve por cada extremo.
He perdido mis ojos en algún paraje del trayecto, vagué a tientas de ida y vuelta; quizá en algunos de mis pecados quedaron prisioneros.
Ahora tengo la visión que ignoraba, permanezco en medio.
En un mismo instante ambas fuerzas me arrebatan la voluntad generando vulnerabilidad, rendición.
La comprensión que me acompaña pone en mi mano herramientas para construir atajos.
La toma de una de las direcciones vuelca el mundo en sus múltiples dimensiones.
He contado con la facultad de haberlo hecho.
Por:
Berenice Pérez Hincapié
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