3. ¡Ho! ¡Cuánto debo agradecerte porque te dignaste mostrarme a mí y a todos los fieles el camino derecho y parejo que conduce a tu reino eterno!
Tu vida es nuestro camino y por la santa paciencia peregrinamos hacia ti, nuestra recompensa. Si no te hubieras adelantado y no nos hubieras señalado, ¿quién trataría de recorrerlo? ¡Ay! ¡Cuántos quedarían apartados y atrasados si no pudieran mirar tus heroicos ejemplos!
Si después de todo esto, después de haber oído tantos milagros y tanta doctrina, estamos todavía tibios, ¿Qué sería de nosotros si no hubiésemos tenido tanta luz para seguirte?
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.