2. Señor, si durante tu vida, fuiste paciente para cumplir en modo especial la voluntad de tu Padre, es justo que yo, miserable pecador, cumpliendo con tu voluntad, soporte con paciencia y lleve por mi salvación y todo el tiempo que tú dispongas, el peso de una vida corruptible.
Aunque la vida presente sea pesada, por tu gracia, sin embargo, puede ser muy meritoria y después del ejemplo tuyo, y el de los santos, se hizo más fácil y más tolerable para nosotros enfermos.
No sólo, sino que ahora vivir es más consolador que bajo la Ley antigua, cuando las puertas del cielo estaban cerradas, cuando el camino que llevaba al reino de los cielos no se veía claramente, y eran pocos los que se preocupaban por llegar a él.
Pero, ni siquiera los que eran justos, y se habían de salvar, podían entrar en el reino celestial, porque no había llegado aún la hora de tu pasión y la satisfacción de tu santa muerte.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.