4. Señor, gozosamente padeceré por ti todo lo que pueda sucederme. Indistintamente quiero recibir de tu mano lo bueno y lo malo, lo dulce y lo amargo, lo alegre y lo triste, y te doy gracias por todo lo que me pueda sobrevenir.
Presérvame de todo pecado y no le temeré a la muerte ni a la tentación. Ningún daño podrán ocasionarme todas las tribulaciones que me sobrevengan si tú no me apartas por siempre de ti y si no me borras del libro de la vida.
Lea también: Con la misma disposición de ánimo debes aceptar la pobreza que las riquezas
Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.